¿Campos perfectos?


¿Campos perfectos?

A pesar de que a día de hoy no existe una definición de “fairway” en las reglas de golf, la visión de muchos jugadores del concepto de normalización acerca de un campo de golf de alto nivel consiste en considerar que este tiene que tener como parámetros una longitud superior a los 6.300 metros, contar con dos pares-5 y dos pares- 3 en cada vuelta de 9 hoyos, tener calles bien definidas con posiciones de “lies” perfectas, que los greenes sean visibles desde la calles, que las velocidades estén todas uniformes en sus 18 greenes, tener los greenes grandes en los hoyos largos y pequeños con los hoyos cortos, bunkers con arenas uniformes, etc. ¿Qué ha sido de la esencia original del Golf? El golf, que en su origen era un recorrido de obstáculos sobre un terreno natural, donde algunos tiros se jugaban basándose en la intuición y esperanza ya que el campo de golf no siempre definía claramente el camino hasta la bandera, donde se demandaba del golfista habilidad, coraje, auto control, estrategia, pruebas que revelaban el carácter y espíritu del jugado, etc. Originalmente un terreno de golf ofrecía intriga, misterio, solución a problemas y la posibilidad de ser creativo, poner al jugador a prueba fuera de sus límites…

El que aún conserva algo de este espíritu es el “Open Británico”, que ahora quieren llamar solamente el “Open”. Y su componente opuesto, aunque parezca radical, debería ser el “Augusta National” y/o semejantes. Aunque quizás con su homólogo del “Open” del último US Open en “Chambers Bay” quieran cambiar algo esto…..

Estos viejos links del “Open” continúan aguantando el paso del tiempo desprendiendo fascinación y atractivo de primer nivel. Igual que la vida misma, un gran campo tiene que presentar obstáculos y situaciones difíciles. Donde algunos son visibles y otros no, permitiendo al jugador plantear estrategias para intentar evitarlas. Y donde el camino más directo hacia la bandera resulta posteriormente en algo más complicado de lo previsto porque hay obstáculos no visibles al principio pero que van apareciendo de una manera aleatoria hacia el objetivo. Una lista de situaciones inesperadas que pone a uno a prueba y donde debe sacar lo mejor de uno mismo en el momento en que se presentan, donde algunas opciones parecen seguras desde lejos, pero luego resulta que tienen complicaciones tan ingeniosas que uno no llega a entender del todo cómo ha llegado a meterse en este lío. Y donde hay obstáculos que parecen difíciles, pero luego resultan ser muy jugables. Y, por el contrario, obstáculos que parecen fáciles que luego se revelan ser funestos.

Lo opuesto a este espíritu son los campos que definen totalmente el camino hasta la bandera. Sin grado de misterio ni obstáculos complicados. Con “fairways” bellos y bien definidos hasta la bandera. Sobre un terreno normalizado y previsible, donde casi todo se limita a un buen “swing”, etc. Fáciles y cómodos, pero sin carácter ni misterio. Sin estrategia, coraje, habilidad o autocontrol.

Incluso las cuestiones medioambientales se respetaban 100 veces más en esa esencia original del golf. Hoy se exigen certificados medioambientales a los campos de golf. ¿Y porque no a los jugadores también? Esos jugadores que exigen campos perfectamente verdes de la misma tonalidad y uniformidad son a la vez los menos respetuosos con el medioambiente. Esto siempre ha sido un deporte en un entorno natural complejo que convive con mil factores medioambientales (desde la compleja vida microbiana en el suelo, pasando por los insectos, plagas, hongos, enfermedades, malas hierbas, algas, animales, hasta los árboles, plantas autóctonas, especies de hierbas, condiciones climatológicas…). ¿Es un jugador de golf menos respetuoso con la biodiversidad de su entorno que un senderista de bosques y montañas? Curiosamente, y quizás sin quererlo, los campos rústicos y de bajo presupuesto probablemente son los más respetuosos con el medioambiente.

Finalmente, como la vida misma, todo se reduce al gusto de cada uno. A unos les gusta navegar a vela por considerarlo más auténtico y a otros a motor buscando más la comodidad.

Yo trabajo en Los Arqueros Golf, que además fue diseñado por un filósofo del “Open”, donde se puede sentir ese sabor de la esencia original.

Ulf Svendsen

Director de Los Arqueros

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